diumenge, 13 de setembre del 2015

Escuchar

Oreja atenta, oreja que escucha
Me gusta más escuchar que hablar, disfruto mucho ante una buena conversación entre varias personas quedándome en silencio o interviniendo con un sí, no, claro, es cierto, no lo sabía… etc. etc.

Escuchando y escuchando este verano en diversas tertúlias, me he dado cuenta que cada cual dice lo primero que se le ocurre sobre diversos temas y procura que se escuche lo que está explicando, prestando poca o ninguna atención a lo que dicen los demás sea cual sea el tema que se esté desarrollando.

En la comida, los nietos escuchan a los abuelos 
Mención especial merecen las explicaciones de algunas personas mayores a las cuales les acuden los hijos y nietos, siendo recibidos con tanto cariño y amabilidad, que se hacen asiduos, haciendo trabajar a los padres y yayos hasta la extenuación, quedándose éstos sin sus merecidas vacaciones en la casa del pueblo, ya sea en zona de montaña o zona de playa


La paella de la abuela
Escuche la historia que contaron unos amigos, los cuales decían haber recibido a los suyos ( 2 hijos con sus respectivas parejas y 4 nietos) 10 personas en total, más una pareja inesperada de amigos de sus hijos que habían ido al pueblo de paso, pero que lo habían pasado tan bien que les pidieron si podían quedarse unos días porque habían comido estupendamente, ya que la yaya era una magnífica cocinera. Total una semana  atendiendo a 12 personas. Si, si, le echaban una mano, pero… vaya preocupación!!, hay que contar con las personas que no se van ni a tiros. Y no solo eso, hay que sacar tiempo de donde sea para distraer a los visitantes, llevándolos a visitar los alrededores: ermitas, ríos, pantanos, masías, terrenos, etc.

Sin ninguna duda he ido aprendiendo sobre la marcha y llego a la conclusión de que hay que vivir el aquí y el ahora, aceptarlo de buen agrado y procurar en esos casos no agotarse
ja, ja, ja, ofrecer lo mejor de ti y ser detallista porque es cuando se encuentra el sentido a la vida sin darle vueltas al tema.

Mary Luz

3 comentaris:

Miquel M. ha dit...

Saber escoltar és una gran virtut, una virtut que sovint descuidem. Passa moltes vegades que, quan estem en una tertúlia o quan intervenim en una conversa, sentim com parlen els altres, però no escoltem realment el que ens estan dient, pendents només del que nosaltres els direm quan poguem intervenir-hi. Com ens recorda la Mary Luz, no és el mateix sentir parlar que escoltar realment el que ens estan dient. Si sabessim deixar al marge el nostre egocentrisme, ben segur que les nostres relacions socials millorarien moltíssim.

Joan ha dit...

Del teu article voldria ressaltar l’història dels fills que van a casa dels pares i si bé es cert que col•laboren una mica... però la feina principal i la responsabilitat és de la mare, en aquest cas l’àvia

Joan

Josep Maria V. ha dit...

Quan agradable i enriquidor es escoltar un tertúlia d’amics! Sinó tinguéssim amics per mantenir converses, el nostre bagatge de coneixements i vivències socials quedaria reduït al mateix cercle de sempre, i la vida seria avorrida i monòtona